A lo largo de los años en el despacho hemos atendido a numerosos clientes que desarrollaban su actividad empresarial en el mundo del ocio y del espectáculo. Como es notoriamente conocido en la sociedad, este sector se caracteriza por el alto riesgo que asume el empresario, pues ante un festival o espectáculo fracasado se puede llegar a poner en peligro la solvencia de sociedad mercantil e incluso en algún caso el propio patrimonio personal del administrador debido a las garantías que se suelen realizar en el tráfico jurídico sobre sus bienes.
En el despacho hemos trabajado con muchos clientes que se encontraban en la situación antes descrita. Por poner un ejemplo, podemos citar el caso de una empresa con una gran proyección en el mercado de dicho sector quién realizó importantes inversiones en un determinado periodo. Su importante apuesta en capital humano e inversiones necesarias para el desarrollo del negocio sumieron a la sociedad en una difícil situación financiera cuando una gran empresa multinacional condicionó sus operaciones.
De esta forma, al pretender entrar en un sector maduro, monopolizado por unas pocas empresas, las expectativas de penetración en el mercado y de ingresos no se cumplieron. Con la situación antes descrita, en el momento en que se empezaron a exigir pagos inmediatos, pese a los pactos acordados entre compañías, se llegó a una situación de insolvencia y se recomienda por tanto presentar concurso voluntario de acreedores.
El sector en el que trabaja la empresa genera muchos ingresos, pero en su mayor parte de poco importe, necesitándose una adecuada gestión en diversas áreas para una correcta llevanza de los asuntos. Lo anterior tiene por consecuencia que cuando se producen situaciones difíciles la empresa puede verse inmersa en una multiplicidad de procedimientos jurídicos ajenos al concurso con repercusiones penales, civiles y administrativas. La única y mejor solución fue el concurso de acreedores que ha subsumido todas las materias anteriores porque todo ha venido generado por el tráfico mercantil y comercial permitiéndose incluir a todos los actores en un único proceso. Si no se hubiese realizado este procedimiento, algunos de estos actores tales como la Hacienda Pública o la Seguridad Social podrían haber iniciado vías jurídicas propias, complicándose la situación de la empresa e incluso entorpeciéndose la actividad empresarial de la misma, agravándose de esta forma de manera irreversible la mala situación coyuntural de la misma.